7 nov 2009

Nunca es tarde

Caminaba por el parque, sola como siempre, veía a los niños corriendo tras las mariposas, a los perros jugando con sus dueños, a las parejas besarse en los rincones apartados y ella pensaba que eso era lo que quería en su vida: jugar, correr, divertirse…amar.

Recorrió el lugar como todas las noches, y casi sin darse cuenta estaba frente a la puerta de su apartamento, era blanca con chapa dorada, tan sencilla pero a la vez tan llamativa, se sintió identificada, ¿pero qué cosas pensaba? Compararse con algo inerte, con una puerta, dejó de lado esa idea y entró.

Ya en la comodidad de su casa preparó el té y se sentó junto a la ventana a beberlo mientras continuaba observando a la gente en el parque, todos se veían tan felices, parecía que no tuvieran problemas, que el mundo no existiera para ellos; cuánto le gustaría estar así un buen tiempo, creyéndose la única en el mundo, sin las preocupaciones que ahora tenía. Ella, una gran ejecutiva, una mujer de negocios tan brillante, llevaba meses sin poder conseguir trabajo después de la trampa que le pusieron en su último empleo y que, por descuido suyo, ocasionó su despido inmediato. Todavía los odiaba, pensaba en ellos y su cabeza parecía explotar, su corazón se aceleraba y quería llorar. Pero así es la vida se decía, y tenía que continuar. De pronto el teléfono sonó y la hizo volver a la realidad, era su mamá, llamaba como siempre a recordarle que era la única de la familia en esa situación, que los demás eran completamente exitosos. Eso no ayudaba a su frágil autoestima, colgó y lloró hasta que se quedó dormida.

Soñó cosas hermosas, soñó con mariposas, soñó que era feliz…y al despertar decidió que todo lo que quería para ella iba a dejar de ser un sueño, lo iba a volver realidad, su única realidad. Dejó a un lado su orgullo, llamó a su papá y le pidió dinero prestado, quería viajar a algún país remoto y comenzar de nuevo, ella sabía que era capaz y en el fondo su familia también los sabía y por eso su papá la apoyó.

Sin pensarlo dos veces vendió sus cosas, hizo maletas y viajó al otro lado del mundo para volver a comenzar. Nunca es tarde se repetía a si misma una y otra vez, este se convirtió en su mantra.

Aprendió el idioma, comenzó su propia empresa y poco a poco su vida retornó a la normalidad. Si, estaba lejos de su familia, y qué, ellos solo le reprochaban; allí, sola, en esa nueva ciudad era feliz. Ya no volvió a soñar con mariposas, ahora corría tras ellas en el parque, como si fuera la única en el mundo. Ya no volvió a soñar que era feliz, porque ese sueño se convirtió en su realidad, y cada mañana, al abrir sus ojos se repetía constantemente: Nunca es tarde!!!

Fin.




4 comentarios:

Unknown dijo...

Acuso de lectura. Por aquí pasé y me voy pensativo. Hay que perseguir los sueños, definitivamente.
- Omar -

renzo dijo...

tengo ganas de volver a soñar... gracias!!!

Anónimo dijo...

Soñar, el sueño es tu momento, el sueño, es el mío, pero de nada sirve soñar en momentos, de nada sirve soñar por espacio, el sueño es en lo que hay que convertir la vida, pues solo así será la única manera de que valga cada momento de la vida!

PD: buen post :) (me gusta como escribes)

Vivian Gil-Rodríguez dijo...

Muchas gracias por sus comentarios. Son muy importantes para mi, además de esta manera se que realmente me leen. Un abrazo y los invito a seguir el blog. :)

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